El coronavirus ha sido un golpe duro a nivel mundial. El virus se ha expandido de forma imparable por todos los continentes, afectando a la sociedad, el turismo, el ocio y la economía. La pandemia de Covid-19 en Cuba ha supuesto un doble castigo, un doble sufrimiento a la población.
La última (y mala) noticia es que la tercera ola ha golpeado con fuerza la isla, sobre todo en La Habana, ciudad donde se concentra la mayoría de los casos, provocando que las autoridades locales hayan elevado la voz de alarma. Así, durante los primeros días de abril, el promedio de positivos diarios se sitúa en 1.100, un 31% más que en marzo.
Si nos centramos en los datos publicados sobre la capital, la incidencia de las dos últimas semanas es de 343 positivos por cada 100.000 habitantes. Este número triplica los registrados en el resto del país.
Este primer peligro que acarrea la pandemia de Covid-19 en Cuba se ve todavía con más pesimismo tras saberse que las vacunas cubanas todavía no están listas para su uso masivo, ya que se encuentran en la tercera fase de ensayos clínicos. Pese a los 90.000 voluntarios, inmunizar a toda la población es un objetivo que todavía se ve muy lejano.
Si nos fijamos en los números totales, Cuba acumula más de 80.000 positivos y casi 500 muertos desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, tras una primera fase de control, el 2021 trajo consigo un gran incremento en la propagación del virus, lo que ha hecho saltar todas las alarmas por el crecimiento exponencial registrado desde el pasado mes de enero.
Este cambio de tendencia en la pandemia de Covid-19 en Cuba ha traído consigo el segundo castigo: el virus no ha hecho más que agravar la débil situación económica del país. La caída del turismo fue un golpe mortal.
A medida que el resto de países fueron cerrando aeropuertos o bloqueando fronteras, la llegada de viajantes a Cuba se fue reduciendo. La isla ha perdido una enorme cantidad de divisas. Este hecho ha provocado que el país se encuentre en uno de los peores déficits de alimentos en casi 25 años.
Es un hecho que la economía ya estaba en problemas antes de la pandemia de Covid-19 en Cuba. Que el virus haya puesto fin al turismo del país es solo otro castigo más para un pueblo que libra estos días su peor batalla contra el coronavirus.
Sin turismo hay menos ingresos y, por tanto, menos capacidad de comprar productos en las tiendas estatales. La consecuencia, escasez de todo lo básico y el país, nuevamente, al límite. Un doble castigo.